Otrobanda: la otra cara de Willemstad

Otrobanda, el nombre utilizado para denominar el barrio que se encuentra al otro lado del famoso puente flotante de Willemstad, significa «la otra orilla» en papiamento. Son muchas las personas que cruzan al otro lado del puente para tomar fotos de las casas color pastel en Handelskade, en Punda. Y, además de estas preciosas vistas, la otra orilla está repleta de restaurantes, hoteles de lujo y estupendos centros comerciales.

Arte Y Cultura

Un hotel de 5 estrellas poco habitual

Hacia finales del siglo XIX, el novedoso barrio de Otrobanda era tan grande y moderno como el de Punda. Pero no por mucho tiempo. Los palacetes y almacenes coloniales cayeron en decadencia y Otrobanda se llenó de delincuentes. Sin embargo, la UNESCO incluyó el barrio en su lista de Patrimonio de la Humanidad para frenar este proceso de deterioro, lo cual llamó la atención del empresario y multimillonario holandés Jacob Gelt Dekker. Dekker tenía una idea. Compró 100 casas coloniales y las convirtió en un precioso complejo hotelero de 5 estrellas, con piscinas, tiendas, restaurantes, bares, un spa y un museo de la esclavitud. El proyecto fue todo un éxito y Kurá Hulanda, palabra en papiamento para «jardín holandés», pertenece a la prestigiosa Asociación de Pequeños Hoteles de Lujo del Mundo. Además, muchos de sus empleados proceden de la que otrora fuera zona marginal, Otrobanda, ampliamente restaurada desde la construcción del hotel. Junto con Punta, Otrobanda conforma el centro de Willemstad.

De fuerte holandés a centro comercial

Otro de los ejemplos de la increíble transformación de Otrobanda es Riffort, una de las 8 fortalezas de Curaçao. Construida en 1828 en el extremo este de la Bahía de Santa Ana, esta fortificación estaba compuesta por 56 cañones cuyo fin era proteger el fuerte. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense la utilizó para cerrar el puerto a los submarinos alemanes mediante el uso de una enorme red de acero. Después de la guerra, este bastión quedo en agua de borrajas, hasta que se le encontró un nuevo uso: los espesos muros de Riffort ahora albergan un centro comercial de lujo, restaurantes caros y un hotel de 5 estrellas.

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